Capítulo 43: Tuya

Fani estaba sentada junto a la ventana, miraba hacia fuera con gesto serio y preocupado. No se percató de que alguien entraba en la estancia hasta que le tuvo justo a su espalda.

-Una noche hermosa- le dijo Gerard al oido haciendo que el calor de su voz la estremeciera de pies a cabeza
-Lo es, aunque incierta- Fani se levantó y se dirigió hacia la mesa de madera maciza repleta de libros a medio leer. Paseó los dedos por sus tapas y cogió uno distraidamente.

-¿Incierta para quién, Fani? O llegados a este punto debo llamarte...Mi Reina?

Ella esbozó una media sonrisa que Gerard no pudo ver. Se irguió y se colocó el pelo con un gesto elegante.

-¿Te preocupa el protocolo en medio de estas circunstancias? nunca dejas de sorprenderme

Gerard se tensó y miró hacia la ventana, la noche era estrellada, una promesa de un próximo día lleno de luz pese a las sombras que les amenazaban.

-Fani....- susurró para sus adentros mientras apretaba un puño- ¿qué te preocupa a tí?

Ella se giró con los ojos llenos de miedo.

-¿Cómo puedes hacerme esa pregunta? ¡La Isla, Gerard! Lo que hemos construido! No quiero una guerra en este lugar de paz. No quiero presenciar la caída de este sueño.
-No vamos a permitirlo...
-Orzuk es fuerte, está acostumbrado a librar batallas, frente a eso no hay mucho que podamos hacer salvo....
-¿Salvo qué?

Fani dejó el libro sobre la mesa y se volvió para apoyarse en el borde.
.
-Acércate- le miró directamente a los ojos y se pasó la lengua por los labios, tenía la boca seca.

El Guardián levantó la vista y la recorrió despacio, parándose en cada detalle como si fuera la primera vez que la veía, en cada curva, sonrió con picardía.


-¿Qué pretendes ahora?
- Tiempos extraños los que nos han tocado vivir, no es así?-se inclinó hacia delante hasta estar completamente apoyada en el fuerte pecho de él. Sus latidos, cada vez más agitados, la sacudían. Le puso la  mano en el corazón y dibujó la marca que les unía mientras se ponía de puntillas para llegar a sus labios y besarlos poco a modo, casi con timidez.

 El fuerte brazo de Gerard se hizo férrero alrededor de su cintura, no sólo por eso Fani estaba quedándose sin aliento. Le acarició el pelo hasta llegar a su nuca, la mano de él encajaba perfectamente en el hueco, dejó que ella reclinara la cabeza a modo de invitación y con la otra mano fue bajando la cremallera del vestido.
La miró viendo como el color acudía a sus mejillas y la respiración se entrecortaba. Con un gesto rápido despejó la mesa de libros que cayeron con estrépito. Ella no le dió tiempo a reaccionar y lo tumbó sobre la maciza tabla de roble.

En medio de la noche Gerard se removió inquieto, notaba frio, como si hubieran dejado una ventana abierta.
Estaba tumbado en el suelo, envueltounicamente por el terciopelo granate con brocado dorado que había servido de adorno a la chaise longue. Arrastró la mano buscando el otro cuerpo pero no encontró nada. Se levantó de un salto y se acercó a la ventana, sólo alcanzó a ver la sombra de una capa.

Y la llave

Se había llevado una de las antiguas pistolas del armero.

Tocaron a la puerta

To be continued...

Rosemunde Lovelace